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Sobreviviente gusano barrenador

Don Pablo, el gusano barrenador y una vida sin pierna a los 90 años: “Estoy sufriendo”

Don Pablo Castellanos es reconocido como uno de los 125 sobrevivientes de miasis en Honduras. Llegó buscando atención por su pierna, le detectaron hipertensión y finalmente le amputaron la extremidad

En un pequeño cuarto con paredes de adobe pintadas con cal, don Pablo Castellanos se aferra a los colchones que le pusieron en su cama improvisada y cubre con una sábana su única pierna. Perdió su otra extremidad a consecuencia de la miasis por gusano barrenador.

Él es uno de las 125 sobrevivientes registrados oficialmente de la enfermedad en Honduras, que ha afectado a 192 personas, entre ellos se cuentan cuatro fallecidos entre febrero y mediados de agosto de 2025.

En la década de los 70 y 80, don Pablo fue reservista del Ejército. Se acostumbró a la disciplina, a la resistencia y a una actividad física distinta a su quietud obligatoria en la actualidad. En junio su vida cambió, luego que su pierna derecha se oscureció y fue al centro de salud para atenderse. Pasó al hospital regional Gabriela Alvarado y terminó en el Hospital Escuela de Tegucigalpa con el diagnóstico del gusano barrenador y la amputación ordenada por los médicos.

Honduras es el país de la región centroamericana con más afectados por la mosca Cochliomyia hominivorax, con 192 de 700, es decir, casi un tercio de las víctimas. Don Pablo recordó que los dedos del pie derecho se le pusieron al inicio blanditos como “cuajada”, pero además llenos de sangre. La pierna se le fue muriendo. Ocho días después, la extremidad se puso oscura, como “quemada”, según sus familiares.

Persona afectada por gusano barrenador
Don Pablo vive con varios de sus hijos y nueras, quienes lo cuidan y atienden. En diálogo con EL HERALDO Plus dijo estar sufriendo mucho luego de perder su pierna a causa de una miasis. Foto: Emilio Flores.

Pese a que los médicos del Hospital Escuela y la familia aceptan el diagnóstico, hay contradicciones en las fechas y terminar de entender el caso de don Pablo resulta difícil, porque hay vacíos informativos en la versión de las autoridades médicas regionales. Por ejemplo, en ese centro asistencial no dan información precisa. Lo único que explicaron es que lo atendieron por hipertensión y lo mandaron después a ortopedia. ¿Cuál fue el diagnóstico que los médicos dieron al conocer el caso de don Pablo?

Su nuera, Silvia Ávila, contó que la primera vez que los llevaron al centro de salud, ubicado a cinco minutos de la casa, lo revisaron y le dieron cita para ocho días después. El dolor y el malestar siguió. Fue entonces que una nieta lo llevó al hospital Gabriela Alvarado de El Paraíso, ubicado a 14 kilómetros de su vivienda.

Cándida Rosa Gonzáles, directora de este centro asistencial, informó que don Pablo llegó a consulta en junio —sin precisar la fecha—. Lo ingresaron a medicina interna para compensarlo por una crisis de hipertensión arterial. Cuando lo estabilizaron, el servicio de ortopedia también lo revisó. Y aquí viene la otra gran duda del caso que sigue sin transparentarse.

Familia víctima de gusano barrenador
Silvia Ávila, nuera de don Pablo, es una de las que más pasa al pendiente del señor. Viven en condiciones vulnerables. Foto: Emilio Flores.

En el hospital regional sugirieron cortarle la pierna, pero nunca explicaron la razón por la que debería tomarse tal decisión, según los familiares. Don Pablo se rehusó y se fue del hospital, según Gonzáles. Esto fue confirmado por el entorno familiar del afectado. Él les contestó que se iría para su vivienda, porque “para los añitos que le quedaban” prefería estar en su casa.

Según el expediente del hospital Gabriela Alvarado, el especialista de ortopedia lo refirió el 22 de junio al Hospital Escuela de Tegucigalpa. Y fue ahí donde le detectaron la miasis por gusano barrenador. Aquí hay otra contradicción con la versión familiar, porque ellos aseguran que llevaron a don Pablo al médico en la capital por iniciativa propia, luego que la salud de don Pablo empeoró. “Los dedos se le pusieron negros”, recordó la nuera.

La información obtenida por EL HERALDO confirmó que fue tratado por varios médicos en el Hospital Escuela. Ellos les explicaron que las larvas habían hecho estragos en el tejido vivo de la pierna, por lo que no había otra opción. Don Pablo, sin embargo, se queja con amargura: “Lo que me hicieron fue trozarme la pierna”.

“Ahora me siento mal porque yo no puedo hacer nada aquí, los hijos me llevan chineado para hacer pupú y a orinar porque yo no puedo”

— Pablo Castellanos, sobreviviente

Como si fuese poco, hasta la fecha de la amputación, es objeto de controversia. Mientras la familia de don Pablo afirmó que la misma fue el 18 de junio de 2025, el hospital regional sostiene que tenía aún su pierna cuando lo remitió a Tegucigalpa cuatro días después.

Este equipo intentó obtener más detalles a través de uno de los médicos que conoció el caso en el principal centro asistencial público de Honduras, pero dijo no estar autorizado. Esto es parte de una especie de “ley mordaza” que las autoridades de la Secretaría de Salud han impuesto, para evitar que el personal dé declaraciones.

De acuerdo con el epidemiólogo Manuel Sierra, el que le hayan amputado el pie pudo ocurrir por tres motivos: era un paciente diábetico, tenía una miasis de larvas que se alimentan de carne muerta o era gusano barrenador. En el último caso la infección tuvo que ser severa y afectó la circulación de la pierna. En el Hospital Escuela en Tegucigalpa sí confirmaron que era un caso de gusano barrenador.

Contexto regional

Como si fuese poco, hasta la fecha de la amputación, es objeto de controversia. Mientras la familia de don Pablo afirmó que la misma fue el 18 de junio de 2025, el hospital regional sostiene que tenía aún su pierna cuando lo remitió a Tegucigalpa cuatro días después.

Este equipo intentó obtener más detalles a través de uno de los médicos que conoció el caso en el principal centro asistencial público de Honduras, pero dijo no estar autorizado. Esto es parte de una especie de “ley mordaza” que las autoridades de la Secretaría de Salud han impuesto, para evitar que el personal dé declaraciones.

De acuerdo con el epidemiólogo Manuel Sierra, el que le hayan amputado el pie pudo ocurrir por tres motivos: era un paciente diábetico, tenía una miasis de larvas que se alimentan de carne muerta o era gusano barrenador. En el último caso la infección tuvo que ser severa y afectó la circulación de la pierna. En el Hospital Escuela en Tegucigalpa sí confirmaron que era un caso de gusano barrenador.

Impacto emocional

Antes de la cirugía, don Pablo era un hombre activo. Recorría los accidentados caminos de tierra de la montañosa donde habita, en una comunidad del departamento de El Paraíso. Ahí los cafetales son la principal fuente de empleo. Pero hoy se encuentra postrado en la cama. Es su mundo, un espacio rodeado de una silla plástica, un foco (lámpara eléctrica) y la visita de una gallina que busca algo para comer de los desperdicios que deja caer el señor.

Esta inamovilidad le ha pasado factura emocional. Para el epidemiólogo Manuel Sierra, el impacto para las personas que pierden una extremidad “es enorme”, porque les toca adaptarse a un cuerpo que sienten que no es de ellos.

El psicólogo clínico, Emerzon Castillo, afirmó que se trata de un proceso de duelo. “Hay un impacto psicológico”, dijo, ya que al tratarse de una persona activa que ahora depende de terceros para realizar cualquier actividad puede, incluso, provocar depresión.

Ganado afectado por gusano barrenador
Don Pablo fue llevado al hospital Gabriela Alvarado en Danlí, El Paraíso. Allí lo atendieron, pero él mismo pidió que lo enviaran a su casa, donde empeoró. Luego lo llevaron al Hospital Escuela de Tegucigalpa. Foto: Emilio Flores.

Don Pablo pasa sus días sentado en la improvisada cama que casi roza el suelo. "Ahora me siento mal porque yo no puedo hacer nada aquí, los hijos me llevan chineado para hacer pupú y a orinar porque yo no puedo", dijo.

Aunque su nuera y nietos están pendientes de él, el afectado vuelve su mirada al pasado, aquel en que compartió 63 años con su esposa ya fallecida. "Ya hace siete años que se me murió, pero gracias a Dios ella no sufrió, yo sí estoy sufriendo", comparó.

Osiris Barahona, técnico de vigilancia de la salud de la región departamental de El Paraíso, detalló que los casos van en aumento en este lugar, pero están realizando labores de vigilancia para salvar la vida de los afectados. Su opinión contrasta con la de muchos familiares de las víctimas que denunciaron hermetismo y negligencia en la atención médica.

Don Pablo es el único caso de gusano barrenador reportado por las autoridades en su comunidad. Sin embargo, en todo el departamento se registraron cinco personas afectadas y una de ellas murió, según el registro de la Secretaría de Salud, actualizado hasta mediados de agosto.

“Yo no conozco la mosca esa, no me di cuenta en qué momento me picó”, lamentó este antiguo reservista. ¿Y cómo imaginar que un insecto tan pequeño pudiera ocasionar tanto daño?

Un especial periodístico de El Heraldo, Mala Yerba y La Astilla en el marco del programa Acción Climática, financiado por la SIP y la Unesco

Periodistas

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