El primero caso de gusano barrenador en Lepaterique, Francisco Morazán, fue el de una mujer de 70 años, sin hogar ni familia, quien al no tener un tratamiento oportuno empeoró y casi pierde su pie
La herida en su pie derecho todavía no ha sanado completamente. La mosca del Gusano Barrenador del Ganado (GBG) depositó huevos en una herida abierta de Cristina Fúnez, de 70 años. Tuvieron que ponerle injertos de piel para curarla en el Hospital Escuela. Ella vive en Lepaterique, un municipio de agricultores y ganaderos, ubicado a 42 kilómetros al oeste de Tegucigalpa.
Su experiencia suma un mar de emociones. “Estaba grande el agujero, yo me preocupé bastante, venía bien delgadita (del hospital), tenía miedo de perder el pie, pero gracias a mi Dios, aquí estoy”, manifestó la señora, mientras recordaba.
Fúnez es indigente en un país donde el 40.1% de la población vive en extrema pobreza. La enfermedad apareció con una herida que se hizo cuando buscaba leña, sin saber que los gusanos le comerían su tejido. Vulnerable en el sentido preciso de la palabra fueron sus vecinos las que la llevaron al centro de salud en junio. Entonces los médicos la revisaron y luego en el Hospital Escuela le aplicaron un riguroso tratamiento.
Todo ese proceso lo afrontó sola. “No tengo familia”, dijo en diálogo con EL HERALDO a inicios de agosto, cuando pidió ayuda para pagarse el tratamiento. Ese dinero fue entregado a Evangelina Henríquez, quien decidió darle hospedaje en su casa y cuidarla, cuando se enteró que le habían dado el alta en el Hospital Escuela sin que nadie fuera por ella.
Su nueva casa es de adobe y puertas de madera. Es parte de una de las comunidades de Lepaterique, que pertenece a Francisco Morazán. Las autoridades dicen que este sitio es uno de los departamentos con menos casos de gusano barrenador en animales. Pero en humanos es otra la historia. Hasta mediados de agosto sumaba 50 personas afectadas, es decir, el 26% de los registros a nivel nacional. Uno de esos casos es doña Cristina. En su nuevo hogar, parientes y vecinos compraron una cama y la ubicaron en uno de los cuartos. Colgaron un mosquitero blanco para evitar que las moscas se paren en la herida.
Durante el día, mientras desarrolla sus actividades normales como comer tortillas y beber café por ejemplo, intenta cubrirse con sus manos la herida. Está sentada en una silla de plástico en el pequeño corredor de la vivienda. Es una tarea sin fin, porque los animales siempre la persiguen de forma molesta.
Aunque la mosca del gusano barrenador es color azul metálico, un poco más grande que las que usualmente se ven en las casas, doña Cristina asegura que cuando ella la vio de color canela y amarilla. Afirma que sintió dolor en el pie. Después el malestar subió hasta la parte alta de la espalda y de la herida le salía mucha sangre. “Por eso, ahora me cuido, porque ni quiera Dios, ese animal es peligroso”, lamentó.
“Estaba grande el agujero, yo me preocupé bastante, venía bien delgadita, tenía miedo de perder el píe, pero gracias a mi Dios aquí estoy”
— Cristina Fúnez, sobreviviente
La versión de los médicos sobre su infestación es otra. Francisco Armijo, médico general del Centro de Salud Integral (CIS) de Lepaterique, informó que doña Cristina se enfermó después que la mosca depositó sus huevecillos en una herida causada por una infección bacteriana.
Lamentablemente, detalló el médico, la paciente vivía en condiciones de indigencia y no pudo tener un tratamiento muy oportuno al momento que le picó el insecto, entonces dejó que las larvas evolucionaran. La medida más inmediata fue referirla al Hospital Escuela, donde los especialistas le hicieron un análisis, comprobaron que era miasis y le dieron el tratamiento adecuado. “¡Gracias a Dios se logró recuperar!", dijo el doctor.
Pasó interna durante varias semanas en el Hospital Escuela de Tegucigalpa. De acuerdo con Evangelina Henríquez, el proceso de curación de doña Cristina ha sido difícil. Durante tres meses, han afrontado dos retos: el médico y el económico. Es decir, la alimentación y medicamentos. Por eso, le ha tocado pedir ayuda para cubrir el tratamiento. Para ella, se trata de un “gasto extra” para una persona que apenas tiene para comer.
Afrontar la enfermedad no es sencillo. Por un lado, cuidados, tratamiento y curación constante. Por el otro, tomar medidas de prevención para evitar que otras moscas depositen huevos en la herida. Según la Secretaría de Salud, las personas en indigencia son el grupo más vulnerable.
Aunque el Estado no dio un número específico sobre afectaciones del gusano barrenador en casos como el de Cristina, el epidemiólogo Manuel Sierra explicó que la mosca necesita un cuerpo que esté quieto o que tenga poca sensibilidad para poner sus huevos. Por eso, esta enfermedad es más común en personas alcohólicas, adultos mayores y hasta bebés.
Las autoridades médicas confirmaron que hubo un segundo caso: Un menor de edad en el centro de salud. Sólo tenían información que es un lactante de unos seis meses de nacido, que había resultado afectado a raíz de un impétigo (infecciones que provocan llagas en la nariz y la boca). Aunque las autoridades admitieron que fue enviado al Hospital Escuela, no dieron más detalles sobre el expediente médico.
Las autoridades sanitarias de Lepaterique explicaron que en la comunidad de este niño se observan muchas moscas, y se debe a las formas de fertilización usadas por los agricultores como gallinaza, una mezcla de estiércol de gallina con aserrín de madera.
En las calles del pueblo, en especial en el casco urbano, circulan animales con heridas graves y atestadas de moscas sin ser atendidas. Los pobladores dijeron que estos animales son tratados por los mismos dueños y otros que quedan a la suerte, mientras las autoridades locales piden intervención del Servicio Nacional de Sanidad e Inocuidad Agroalimentaria (Senasa).
Además, el olor de fertilizante o abono atrae bastante la mosca. Lo mismo pasa con ciertos cultivos. “Cuando ya estamos en temporada de mango, se nota que aumenta la cantidad de mosca, también el calor, porque el clima en Lepaterique es frío, pero en temporada de verano, cuando ya calienta un poquito se reproduce más la mosca”, explicó el médico Francisco Armijo.
Armijo expresó que Lepaterique no es un sector tan ganadero si se compara con departamentos como Olancho, Choluteca o El Paraíso, pero las familias sí tienen este tipo de animales para su subsistencia.
Los médicos añadieron que en Francisco Morazán, un departamento con 1.7 millones de habitantes, se reportan 50 de 192 casos, lo que representa una tasa de incidencia de 2.8 afectados por cada 100 mil personas.
Esta cifra contrasta completamente con las tasas reportadas en el departamento hondureño de Gracias a Dios, donde la tasa equivale a 6.12 casos por cada 100 mil personas. O Intibucá donde es de 5.54 casos por cada 100 mil habitantes. Sin embargo, 50 casos en todo el departamento de Francisco Morazán encienden las alarmas. En Honduras han muerto hasta ahora cuatro personas, y el país es el que tiene la cifra de afectados más grande de la región.
Un especial periodístico de El Heraldo, Mala Yerba y La Astilla en el marco del programa Acción Climática, financiado por la SIP y la Unesco
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